Salvador Cortés aprovechó por disposición y buen toreo un buen lote de Cuadri, en una tarde donde Liria y De Julia carecieron de ambición para haber cuajado sendos triunfos ante toros con posibilidades

    Tuvo que ser uno que viste ahora de plata el que le enseñara a los de oro el porqué se viste uno de torero cada tarde. La vergüenza torera brotó como una chispa de entre los alamares de quien conoció Puertas Grandes y ahora honra la profesión como hizo su padre. No fueron solo dos pares de banderillas arriesgando y queriendo. Lo había bordado antes con el capote, dulce, templado, acompasando y mi mando la embestida de un toro que había de servirle a su hermano momentos más tarde.

     Se sintió torero este Mariscal y lo rubricó con honradez yéndose sin más melindres a fijar gallardamente los palos en el morrillo del Cuadri que cerraba festejo.

     Debe tener, creo que es de justicia que lo tenga, sitio de honor este Mariscal en esta crónica, máxime cuando tantos compañeros no entendieron el por qué de la responsabilidad frente al público. Después de tanto capotazo infame y palitroques en la arena, los cuatro palos enhiestos sobre el morrillo de ‘Agorero’, suenan a gloria y a pundonor. Y sin querer quitarle méritos a quien vistió de oro otro triunfo de la tarde, me quedo con la lección de torería y ese oficio que va llegando poco a poco y con buen son de manos de Luis Mariscal, uno de los triunfadores de la tarde. Me gustó la corrida que los Cuadri echaron ayer en Valverde. De ella, cinco toros, me sirven para dejar justicia en el comentario de que todas las lidiadas en los últimos años, es de las que más cosas importantes tuvo dentro.

     El único que quiso verlas y enseñarlas fue Salvador Cortés, con un lote que sin condición tontuna acometió con raza en la muleta.

     Un toro de izquierdas, ese tercero. Lo digo por aquello de que tanto en banderillas, capote y muleta, las cosas que se le hicieron bien, partieron únicamente por ese pitón. De ahí nació la enjundia con la que Cortés enjaretó dos precisas tandas de naturales aprovechando la bondad y nobleza de este toro. Duró poco el espectáculo pero mereció la pena cuando además lo rubricó el torero con un fenomenal estoconazo hasta la gamuza.

     Después llegaría en el sexto el compromiso del brindis al hermano y los buenos mimbres de una faena que duró poco. Lo justo que aguantó la casta del toro que definitivamente se vino abajo y solo quedó rematar lo bueno que hubo en la muleta, mas por gallardía que por calidad extrema, por parte de un torero que buscó en otra fenomenal estocada la Puerta Grande.

     Poco o mucho, según se quiera mirar, tienen que contar las dos faenas de un Liria, que entrance de despedida anduvo sobrado y despegado en el trance del embroque con dos toros que no quiso ver ni entender. Faena sin ceñirse y sin compromiso en el que abrió plaza y labor con muchos altibajos en el que fue su último toro en la plaza valverdeña. No estuvo el murciano en esas lides de pundonor que le atestiguaran para la historia de la tauromaquia como un profesional que se ha dejado tantas veces la piel en el empeño. Vino amatar su lote y aunque la faena al cuarto pareció arrancar después de algunas dudas, lo cierto es que no suena toda ella a verdad. Demasiada alharaca de molinetes pero toreo con la muleta puesta y en el sitio, desde luego que muy poco. La ovación que le sacó al tercio después de andar remiso el torero para salir del burladero, es más premio a una trayectoria que la pequeña historia de su actuación ayer en el coso valverdeño. Respeto y punto.

     Lo de Rafael de Julia es la historia de dos toros con posibilidades desperdiciados por una total falta de sitio y confianza para lidiar un buen lote.

     Lo tuvo en sus manos el madrileño, pero ni pudo ni supo entender que su sitio en el cartel se lo había dado. Después de ocho años, un excelente toro de nombre ‘Revisor’, que ahora padrea en ‘Comeuñas’. Ayer, de Julia, malgastó solo en una tarde el crédito que la historia le había otorgado.

    Huelva Información   17 - 08 - 08
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