Crónica de la corrida de Moguer   - 2006
   
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    Se lidiaron reses de los Hijos de Celestino Cuadri, serios, cuajados, hondos, encastados, desiguales de presentación y juego, el primero blando, cara alta sin complicaciones. El segundo, blando, cara alta y buen pitón izquierdo. El tercero bravo y con fijeza. El cuarto con mucho temperamento. El quinto bravo y con temperamento, ovacionado en el arrastre. El sexto, corto de cara alta, el más deslucido del encierro. Una corrida de toros muy interesante.

    Juan José Padilla, dos pinchazos y entera (ovación); y, pinchazo y bajonazo (oreja).

    Luis Mariscal, dos pinchazos y entera Saludos tras petición); y, pinchazo y bajonazo (vuelta por su cuenta).

    Javier Valverde, pinchazo, pinchazo hondo y dos descabellos (oreja); y, pinchazo bajo y siete descabellos (silencio tras aviso).

    De las cuadrillas destacar a Francisco Javier Tornay en dos excelentes pares al quinto de la tarde, teniendo que saludar montera en mano.

    Tarde calurosa con más de media entrada en los tendidos de la portátil.

LA CASTA, DESCUBRE LAS CARENCIAS

    Cuando se llegaba al final de la corrida, todos sentían en lo más íntimo, como la terna actuante en la cuarta corrida del abono moguereño, enseñaban sus carencias y la falta de recursos profesionales, para superar el trance de tener que lidiar, dominar y someter, para alcanzar el triunfo, algo que se hacía casi imposible, a pesar del interés de su entrega y que se desvanecía, a medida que avanzaba la lidia.

    Se imponía el toro y marcaba su poder, dejando al desnudo a unos toreros huérfanos de torería y sobre todo, de conocimientos para desentrañar, que el toreo es poder y sentido común, cimentado en el valor y en el talento natural del torero. No merecía el encierro de los Cuadri, tantas carencias, hasta el punto que, nuestro querido compañero en las tareas informativas en Onda Diez Radio, Pedro Quintero, en el viaje de vuelta y en una reflexión en voz alta, me decía: “Algún día de esto, tendrán que sortear los ganaderos a los toreros, aunque si los anunciados no tienen esa capacidad ¿qué más da?”  No hay duda que los encierros de este corte, merecen encontrar toreros capaces, con recursos técnicos y sabiendo todo sobre la lidia del toro.

    Siempre la casta, la maldita casta, que cuando los toreros no pueden con los toros, dicen que tienen mucho “picante” ¡Ni que fuera una guindilla! El toreo es una ciencia y una técnica, y con ello hay que someter al toro y llevarle hasta el último momento de su vida, es decir, a cumplir con el mandato que le cataloga de matador de toros. Y si para esto, se realiza con una fuerte dosis de estética e inspiración, nace el toreo en su intensa concepción y se convierte en una de las más sublimes de las artes.

    La corrida de Cuadri, era para apostar por el sometimiento y la clarividencia, pero faltó y no se pudo alcanzar el triunfo esperado, teniéndose que hacer un compás de espera y creer que habrá un momento en la vida, donde saldrán toreros que puedan saber donde y cuando, comienza el toreo en su más estricta integridad.

    Era apostar por la fiesta en su integridad, pero la tristeza embarga a los que amamos el toro de lidia por encima de todo, hasta el punto que nada de lo vivido en Moguer, dejaba huella indeleble, salvo el mantener con firmeza, que la corrida y la casta, superaron a los toreros y le dejaron al descubierto sus pocos o ningunos recursos profesionales.

    Pero entender que el torero de Jerez de la Frontera tiene carencias, se nos hace harto difícil a la vista de su apretada y comprometida carrera. Juan José Padilla, pasó sin dar motivos para recordar su paso por Moguer. No estuvo a su altura y se dejó sorprender por una corrida seria de Cuadri, con un  toro manejable y sin complicaciones –el primero de la tarde- y con un segundo de su lote y cuarto de lidia, con mucho temperamento, al que le dieron una lidia pésima y en sus carencias, todos los toreros de la cuadrilla y su matador, le enseñaron al toro todo lo malo y le avivaron el sentido de la casta temperamental. No estuvo bien y pasó con más pena que gloria y sin enseñar razones técnicas que justifiquen su lugar en la fiesta. Y me reitero, debe y estoy convencido, que algo tiene que tener, pero en Moguer no lo enseñó y pasó como alma en pena.

    Quisiera ser respetuoso con todos los toreros, y no hay duda que lo soy, pero el respeto nada tiene que enturbiar para contar con objetividad lo que vivimos en torno a Luis Mariscal. Siempre hemos confiado en el torero de Mairena del Aljarafe, y siempre nos ha ilusionado contar su verdad y torería, pero en la presente ocasión, toda esa ilusión  se nos fue, por la incapacidad de imponerse a la casta de sus toros. No estuvo a la altura de siempre, y bien que lo siento, pero en el haber de su paso por Moguer, hay que entender su voluntad para superar la fuerte prueba de los Cuadri. Pudo con el primero de su lote, engancharlo por el pitón izquierdo, pero la cara alta y la falta de temple, le deslució su quehacer, a pesar de su intento para alcanzar el triunfo.

    Y llegaba su segundo, el quinto de la tarde, un  impecable y espectacular toro, muy encastado, con temperamento y condiciones para encontrar el gran triunfo. Había que jugarse la carta donde se ponía la vida a cambio de la gloria. Quiso y se peleó con su ego, el que le impedía echar el paso adelante, y así fue sufriendo el calvario de un toro de características agresivas, que necesitaba una tauromaquia de firmeza y no de dudas, ahondando en desarrollar el sentido del toro, y que desde que diera comienzo su lidia, la cuadrilla del sevillano, se perdían en carreras, miedos e incapacidad, para doblegar al toro de la tarde, que se hizo el amo y  murió con la boca cerrada –como todos- en una bella muerte que arrancó la ovación del público

    Y llegaba el cierre de la corrida, y otro torero en alza, Javier Valverde y de reconocida solvencia, no pudo y se quedó a mitad de camino, desaprovechando el tercero de la tarde, un  toro para fundir una tauromaquia de lujo, pero que la vulgaridad le pudo y no dejaba huella entre los aficionados, hasta aburrir y desesperar entre pasajes sin historias, donde solo el toro marcaba el camino para decidir quien era el triunfador. Y si no pudo con esto, al sexto de la tarde, el más deslucido, no se alteró el diapasón de su tauromaquia, que cayó en el aburrimiento, cuando es un torero de desgarro y de pasión, pero se olvidó en el hotel los perfiles de su torería y se quedó en la vulgaridad absoluta de su incapacidad. Y este matador salmantino, también seenvolvió en sus carencias y se dejó arrollar por la corrida de los Cuadri.

    Mala suerte de los toros lidiados, una interesante corrida, no la mejor que pensamos y soñamos, pero suficiente para que de haber tenido una terna capacitada para su lidia, a estas alturas, el gran triunfo se hubiese reiterado, en una hermosa feria taurina, que camina con paso firme hacia el cartel estelar del cierre, donde una corrida de Manuel Ángel Millares, será lidiada en el día de hoy por Finito de Córdoba, El Fandi y José Mari Manzanares.

    También en la cuarta del abono moguereño, los agoreros del fracaso, siguieron el camino  angosto de su miseria, para refugiarse en la cueva con fondos de reptiles, para seguir escupiendo la mierda de su mentira, que incontestablemente va hacia el fracaso de sus bastardos deseos. Se van cumpliendo inexorablemente los compromisos y puedo asegurar, que aquellas mentiras de que la feria no se daba, los toreros no venían, las ganaderías contratadas serían otras y solo había que esperar que llegaran las fechas, tendrán que pasar por la afrenta, de tener que pasar por mantener la hombría para desdecir sus vaticinios y pedir perdón de tantas tropelías a la verdad. Moguer tenía una feria taurina bien organizada para sus fiestas patronales, Paco Guerrero el artífice de la idea, y el equipo de gobierno, con su respaldo y confianza en la gestión, apostó por la misma y hoy es el día, de llegar al final, de lo que se ha entendido, como la feria más importante de la provincia de Huelva.

    Quisiera en este final, mantener el compromiso con unos excepcionales aficionados de Castellón, Irene, Javier Arroyo y su esposa, que vivieron dos jornadas entre nosotros y se entusiasmaron con la corrida de los Cuadri, cosa habitual entre ellos, pero no queremos pasar la ocasión, para desearles un feliz viaje de retorno, y que seguimos esperando otro reencuentro en torno a una corrida del mismo y ya legendario hierro de los Hijos de Celestino Cuadri- Un abrazo y hasta siempre.

    Cipriano Díaz