Corrida - Valverde del Camino 13 - 8 - 05

 

El calor mató la tarde en Valverde del Camino

     Ganadería. Se lidiaron seis toros de Celestino Cuadri desiguales de juego entre los que destacó el quinto. Encierro con presencia y buenas hechuras.

     Desde el centro, con la mirada puesta en el peto, una increíble alegría de toro bravo y el rabo levantado, el sexto de la tarde, Cebollita, bebió los vientos por acometer al picador. Con la tarde vencida ya, y el animo a cuestas porque las cosas no salían como manda la costumbre, se nos fue el alma abajo a todos los que no resistíamos a pensar que toda esa casta y esa bravura se diluyeran sin remedio a poco que Vílchez les intentara enjaretar faena por ver si la dadivosa presidente le hacia el honor de igualarle al maño compañero de cartel y acaso se pudiese ir por la Puerta Grande, honor que miden mucho los toreros aunque la plaza no sea de relumbrón. Mas otro jarro de agua fría vino a ceñirse con certera impunidad en el animo del tendido, desangelado porque la tarde iba rarita con los toros y la segunda oreja de Millán en el quinto había sido un cumplido del palco, debiera ser por lo bien peinado que iba el diestro.

     Una de dos, o la corrida de los Cuadri ha tenido poca sustancia o alguien debería encontrar la solución para que no vuelvan a enchiquerarse en esas saunas que sirven de chiqueros unos animales que han salido moribundos al ruedo. Me inclino más por lo primero que por la falta de casta. A Cuadri, le pueden salir toros buenos, malos, regulares e incluso desastrosos pero solo en Valverde he visto morirse literalmente asfixiados a unos animales de este hierro a los que ni el termómetro de la casta y la bravura hubo tiempo de medir. Se echó abajo con las fuerzas rendidas Cosaco, Conductor no dejó ni un resquicio a que Dávila tuviera tiempo de ponerse a torear y solo Marismeño elevó unas esperanzas ficticias que después no tendrían continuidad si obviamos en pequeñas dosis un cuarto toro muy noble que le duró justo el tiempo a Dávila y el quinto dejara Millán la sensación de que suena a hueca una faena efectista entre valentías y otros desplantes y faltara la verdad fundamental del toreo que es templar y mandar ante las condiciones de un toro que tuvo estilito como para haberle hecho otras gracias toreras.

     Repito que cuesta contar, no se crean ustedes, una mala tarde en Valverde. Nos habíamos acostumbrado a la cosa de que tanto los toreros como los toros habían puesto siempre muchas cosas importantes para que a la feria se le busque alicientes que contar, que además de importantes y bonitas, miren ustedes, hasta eran verdad.

     Escaparse a la realidad de un festejo no sirve para nadie y los paños calientes en esto de la crónica no sirven para contentar y aunque no me guste la realidad, de la quema se salvan pocas cosas.

Al canasto de la crónica le sobran orejas y seguramente le falte verdad por parte de los toreros que aunque escasas, mire usted, tuvieron muchas facilidades, mientras duraron, de los toros. Porque la corrida, impecable de presentación para el escenario donde se lidiaron y una nobleza infinita colgada de los pitones no plantearon en ningún tercio complicaciones como andar corriendo.

     De faenas, Vílchez anda en la tesitura de haber hecho lo más interesante de la tarde porque a base de trazar los mejores muletazos con la zurda, sirvieron estos para enderezar el rumbo de una embestida errante e incierta por el pitón diestro. Justo es que le faltó cruzarse un pelín más en la última serie, pero no disgustó el sevillano.

     Dávila, interesante con el cuarto, enseñó lo poco que tuvo el Cuadri, clase y nobleza y de Millán, la valentía y los tres muletazos rodilla en tierra a los que le echó templanza.

     Lo demás se abrocha con un querer y no poder entre la expectación que le puso la divisa triguereña, esta vez con un crespón negro en recuerdo de Luis Cuadri, que esta tarde no pudo venir a Valverde.

     Paco Guerrero - Huelva Informacion 14-8-05

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