Corrida - San Isidro 13 - 5 - 05
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MADRID, FERIA DE SAN ISIDRO

 

MUCHO CUADRI Y POCO RIVERA

 

     Cuadri/Rivera Ordóñez, Iván García y Fernando Cruz.

     Plaza de las Ventas, Tercera de abono, casi lleno en tarde lluviosa

     Seis toros de Celestino Cuadri, bien presentados y de juego desigual. En general con complicaciones y raza, salvo el primero. El sexto pobre de cabeza. Los mejores, dentro de los problemas, tercero y cuarto.

     Rivera Ordóñez: protestas (media trasera) y bronca (tres pinchazos y bajonazo).

     Iván García que sustituía al lesionado Encabo: silencio (bajonazo) y silencio (media baja y atravesada) y dos descabellos.

     Fernando Cruz, que confirmaba la alternativa: silencio tras aviso (cinco pinchazos y tres descabellos) y palmas (media atravesada y descabello).

    Madrid.- Los cuadris convencieron más a la parroquia de Las Ventas que a los toreros, que anduvieron toda la tarde a la defensiva, sin sitio o con ganas descaradas de marcharse al hotel: tal fue el caso de Rivera Ordóñez. Y luego dicen que exageramos y que sacamos las cosas de quicio. Los cuadris de ayer, sin llegar a ser brillantes, fueron auténticos toros de lidia. Con más fondo, con más raza que la corrida de Sevilla a la que yo califiqué como "borrón de un buen ganadero"; ese borrón lo ha lavado en parte Fernando Cuadri; sólo en parte, aunque lo suficiente para afirmar que, en líneas generales, la corrida se la desgraciaron los toreros: unos por dejadez y pasotismo, Rivera Ordóñez; los otros, Iván García y Fernando Cruz, por inexperiencia e incapacidad.

    Rivera Ordóñez pego el petardo; sin embargo no engañó a nadie, las cosas como son; Rivera Ordóñez apenas estuvo unos minutos que pueden contarse con los dedos de una mano ante la cara de sus toros. No ocultó su intención, ni se afligió zaporcazo, a cobrar y a casa. Desde los primeros momentos declaró Rivera al cuadri segundo enemigo público número uno al que había que ejecutar sin juicio y sin trámites. Aquí cabe la incógnita sobre las verdaderas condiciones del animal; y cabe porque Rivera Ordóñez tapó toda posible expresión del cuadri, dejó que le pegaran fuerte en varas, y se dobló violentamente con él por bajo; y el cuadri , aunque castigado siguió en pie. Ante tanta adversidad Rivera Ordóñez decidió darle matarile sin demora. Nadie podrá negarle coherencia al hijo de Paquirri y nieto de Antonio Ordóñez, pues parecidas precauciones tomó ante el cuarto; pero aquí al público ya no le cabían dudas sobre las incógnitas del animal; creo el respetable que Rivera intentaba venderle gato por liebre, es decir, mansedumbre por bravura, empezó a pegarle el cante. Si en su primer toro quedaban dudas sobre la naturaleza brava del cuadri, este último acreditó pronto noble casta que no merecía el agravio y el desdén a los que le sometió el torero. Puede que Rivera viera en el desdichado animal malignas intenciones que no advertíamos desde los tendidos; o puede que, en el vuelo de los pájaros que huían de las Ventas ante tan desvergonzada inhibición, descubriera Rivera sinistros augurios. Fuero lo que fuese, lo liquidó de forma infame pinchando mal y echándose fuera. Pese a todo, el respetable se dio cuenta de las bondades de toro de Fernando Cuadri y dictó sentencia; allí acababa de de cometerse un toricidio alevoso, un vilipendio contra la casta brava.

     Tampoco tuvo su tarde luminosa Iván García, que entro en los carteles por la vía de las sustituciones, gracias a la oreja aquí en Las Ventas a un murteira las vísperas isidriles. Dicen que con el murteira Iván García estuvo requetebién y no tengo ninguna razón para dudar del juicio de los colegas que lo vieron. Pero con el cuadri , con los dos cuadris mejor dicha, estuvo mal. No entendió las condiciones de su primero , un toro que, si no era un dechado absoluto de raza y de bravura ofrecía suficientes virtudes para intentar el triunfo. El toro requería firmeza, ligazón y muleta en el hocico; e Iván al que sin duda le faltan corridas y oportunidades mas fáciles, no halló nunca el sitio; anduvo de aquí para allá, ensayando muletazos aislados, cortando los viajes del animal, dudando siempre. Y más dudó en el quinto, complicado, difícil, con cierta raza que, de haber tenido el torero la decisión o la capacidad de cruzarse e irse al pitón contrario, hubiera embestido mucho mejor. Mala tarde pues para los cuadri que le cayeron en suerte a Iván García; y mal tarde para el torero, que dejó escapar un oportunidad que hubiera refrendado su legitimo triunfo de hace una semana con los murteira .

     La tarde de su alternativa fue un calvario para el debutante Fernando Cruz, siempre a punto de cornada, siempre a merced de los toros. El primero, un manso desahuciado y deslucido, y el sexto, con muchas complicaciones, fueron demasiado para un neófito que pasó las de Caín y cuyo merito principal fue salir de la plaza por su propio pie. El mejor momento, para un banderillero: Curruco de Algeciras.

 

JAVIER VILLAN

EL MUNDO. SABADO, 14 DE MAYO DE 2005

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