San Martín de Valdeiglesias
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Foto: Javier Arroyo  San Martín de Valdeiglesias Sábado, 9 de septiembre de 2006, entorno al mediodía, nos encontramos, apoyados en la barra de Casa Paco, Carlos, Pedro y quien esto escribe, hacía calor en la calle, comimos en el Mesón "El Hornazo", nos tomamos una copina al lado de la plaza, y apareció D. Fernando Cuadri, con sus sobrinos Fernando y Antonio, también legaron Javi, Irene y Mariano, en un momento juntamos una conversación, que tuvo que ser breve porque llegaba la hora de los toros, era la hora de los Cuadri, que esperaban pacientemente en chiqueros, hicieron el paseíllo, El Califa, vestido de Pantalón de Monosabio y Oro, López Chaves de Amapola y Oro y Robleño, el único que portaba la montera sobre la caja de sus ideas, de Garnacha y Oro.

   Extraordinaria corrida de toros, a la que se le práctico el primerpu yacismo asesino, las cuadrillas dieron un sainete en banderillas, a excepción del riojano Javier Gil, que estuvo torero, en dos pares de mucha exposición y una ejecución cara a cara con Contratista, que así se llamaba al quinto de la tarde, se oyó una voz desde el tendido dedicada a sus compañeros de plata, "Ven como se pueden hacer las cosas bien hechas".

  Los dos mejores toros le correspondieron a Robleño, especialmente su primero, Solitario, que empujó con codicia y con la cara abajo en el caballo, y que en el último tercio quería comerse la muleta, con el hocico por los suelos, siguiendo los vuelos del trapo, haciendo el avión, que dicen, el toro que blandeó de salida, se vino a arriba y no volvió a mostrar ninguna flaqueza por mucho que se le bajara la mano, Fernando Robleño, estuvo voluntarioso, vio que el pitón bueno era el izquierdo y lo intentó con desigual acierto, algún muletazo bueno, pero sin conseguir ligar, lo mató mal. Al sexto, también muy bueno en la muleta, pero que cabeceó en el caballo, tampoco lo ligó, ni estuvo a la altura, aunque dejo detalles y mucha voluntad, lo mató muy bien y paseó dos despojos.

     Domingo López Chaves, con el peor lote, tampoco estuvo fino, desconfiado no se acopló en demasía.

     El Califa, en plan jeta, horroroso.

     Todos los toros empujaron mucho en el caballo, donde fueron duramente castigados, se le podría poner a alguno el pero de hacerlo con la cabeza arriba, fueron siempre a más, llegando al último tercio con codicia y nobleza, ideales para torear, mandando en la embestida, templando su bravura y dejarsela muy puesta para ligar.

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