ZARAGOZA -  FERIA DE SAN JORGE
domingo, 24 de abril de 2016
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Cuadri. Foto: www.aplausos.com
 
CONCURSO SIN GANADOR
 

FICHA DE LA CORRIDA

Dos tercios de aforo. Corrida Concurso de Ganaderías.

Toros de:
 
Fermín Bohórquez, soso.

Cuadri,  lesionado. 

Alcurrucén, noble. 

Adolfo Martín,se rajó.

Fuente Ymbro, sin fondo.

Los Maños, soso. 

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Rafaelillo, saludos y silencio. 
Paulita, palmas y palmas.
Manuel Escribano, oreja y saludo.

PREMIOS:
Mejor toro: Desierto.
Mejor subalterno: Iván García.
Mejor picador: Juan José Esquivel.

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Notables toros de Adolfo Martín y Alcurrucén en un concurso desierto

(Crónica de Barquerito)

De sobresaliente trapío, soberbio el de Adolfo en los dos primeros tercios.
De hermoso son,  el de los hermanos Lozano, en la muleta.
Se lastima un inmenso ejemplar de Cuadri.

SOLO DOS DE LOS SEIS candidatos de la corrida concurso eran cuatreños: el cuarto, de Adolfo Martín, y el sexto, de José Marcuello. El uno, el de más artillería de todos, el de más trapío y, con  mucha diferencia, el más bravo en el caballo: cuatro varas, y tan en serio las cuatro, que la prueba de bravura, pasada en ese tercio con nota sobresaliente, se acabó convirtiendo en prueba sacrificial. Sucedió, además, que, luego de galopar en los dos primeros pares banderillas pero no en un tercero ni tampoco en un tercero bis, arreó en la muleta casi tanto como lo había hecho de salida en el capote, cuando resonaba todavía una ovación corrida para premiar su presentación y su rotunda presencia.

Cárdeno, bajo de agujas, larguito y lleno, ligeramente degollado, cornipaso y veleto, bizco. Tan descarado que daba la impresión de tener la cabeza torcida. La corrida que en marzo lidió Adolfo Martín en Valencia ha sido hasta la fecha la mejor presentada de la temporada. La más hermosa y en tipo, la más pareja. Solo desdijo entonces un sexto que se salió por la tangente. Este toro de Zaragoza habría completado un sexteto impecable, de escaparate insuperable.

La cuarentena cumplida desde la corrida de Valencia ha obrado el efecto natural. El toro de la concurso sacó un gas, un poder y una gana que no llegaron a brotar en ninguno de los cinco hermanos de marzo, toros tempranos todos, tan nobles y tan de embestir a la mexicana. Los cuatro puyazos –corrido el primero, a ley los tres restantes, y galopando con son vivo al cuarto encuentro- fueron muy celebrados, especialmente el último. La salida de ese cuarto puyazo fue soberbia: un galope humillado que dejó retratado al toro. Sombrerillo, número 15. En la segunda tanda de muletazos desarmó a Rafaelillo, la muleta se quedó enganchada un buen rato de uno de los dos terribles garfios y el instinto por desprenderse de ella dejó al toro perturbado.

De manera que las mutaciones obligadas en el toro de sangre Albaserrada tuvieron esta vez un precio caro. El toro empezó a soltarse, a quedarse corto, a revolverse a veces también y de pronto acusó querencia, el mismo punto donde tanto se había empleado en varas, y pareció toro rajado sin estarlo ni serlo. Una faena de Rafaelillo decidida pero solamente eso. Y una excelente estocada. El único toro ovacionado en el arrastre fue este cuarto.

El toro santacoloma de Marcuello, protestado por falta de trapío –demasiado escurrido, cuerna playera, toro sin plaza-, tuvo rara personalidad en varas, cumplió pero volvió grupas cuando lo reclamaron para un cuarto puyazo, y, este sí, se rajó sin previo aviso después de moverse sin descolgar ni romper ni atender. Estuvo perdiendo mucho el tiempo con él Escribano: un tercio de banderillas interminable, una faena vestida de infinidad de cargantes paseos y tiempos muertos.

El toro de Alcurrucén, tercero del concurso, cinqueño recién cumplido, fue una hermosura. Hondo. Tan ensillado que el lomo entre las agujas y la penca del rabo se hacía cuesta arriba; y cuesta abajo la distancia entre la cerviz y la cruz. Gran culata, como los viejos toros de Rincón, la sangre más cara de Alcurrucén. No demasiada cara. Como buen rincón, el toros se escupió de varas nada más sentir el hierro, pero había tomado capotes con alegría –el rabo enhiesto, viajes por abajo- y fue en la muleta el más completo de todos. Con notoria diferencia. Mucho mejores los viajes por la mano derecha, sobresaliente fijeza. La prontitud de la bravura. Una faena más circunstancial que de fondo de Escribano, abuso del toreo a suerte descargada, un trabajo mal medido. Quienes habían visto el son del toro protestaron. Un poquito nada más.

Bohórquez echó un cinqueño cumplidor en el caballo, muy aplomado en la muleta y noble. Lo manejó con soltura sencilla Rafaelillo. El toro de Cuadri, casi 700 kilos, se repuchó en varas, se sentó un par de veces, se movió con diligencia y sin tardear. Pero se derrumbó en una embestida apurada y pegajosa, y al caerse se rompió una mano por los menudillos y quedó inválido. Paulita tuvo que cortar sin haber apenas empezado a decidirse. El toro de Fuente Ymbro, quinto, pareció resto de serie o mostrenco. Feo con ganas, cuerna a la camarguesa, testarazos al peto de pica, escarbaduras y una parada en seco. Paulita anduvo paciente y mató por arriba. Con el toro de Cuadri dejó en el saludo Paulita su marca de capotero de genio: lances volados, templados, dicen que gitanos.

Picó con criterio y acierto al cuarto Juan José Esquivel. Notables en brega y banderillas Pepe Mora, Javier Ambel e Iván García, que prendió al quinto dos pares soberbios. Buenos pares de tercero de Manolo de los Reyes. 
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