SIMPLEMENTE... CUADRI

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Martes, 29 de abril de 2014
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Parece utópico e irreal imaginar aquel enclave, en el cual el toro de lidia reina sobre toda flora y criatura.

Creo que sobra carta de presentación; diez de la mañana, llegamos al Cuartel General de la casta y la bravura… “Comeuñas”.

Sale Gaspar con su faria a recibirnos.  Será él quien continúe la estela de José Escobar, antiguo mayoral, maestro criador de “Cuadris”.

“Parece que Fernando se retrasa. Si les parece bien le esperamos diez minutillos, y si no llega le despedimos”. Reímos todos ante tan ingeniosa y significativa gracia onubense.

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Cargamos el remolque de pienso y paja, los galanes deben estar hambrientos, y nosotros también… pero de recreación.

Como si de mapa geográfico se tratara, recorremos metafóricamente sendos puntos cardinales. ¿Comenzamos por el Norte? Vámonos a Azpeitia.

Entramos en el cercado, y tras nosotros, Don Fernando Cuadri, su sobrino Antonio, y Gaspar, el mayoral, a lomos de sus respectivos equinos. Se respira paz, pero a la vez, esas miradas penetrantes se clavan inquietantes en lo más profundo de tu ser. 

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José Antonio Rubio Moreno (vaquero) les sirve el menú del día, nosotros, apostados entre los comederos.

Corrida de cartel la de Azpeitia, pareja y honda como ella sola. Son estos toros los que, aunque pretendas moverte lo más lentamente posible para evitar intranquilizarlos, sueltan al aire reburdeo que traducido al castellano significa: “no pases de ahí, o me enfado”. Un número 16 será imposible que pase desapercibido, no puede estar más pegado a tierra, preciosidad de animal.

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En el cercado de al lado pastan algunos utreros y todo “un tío” que, si Dios quiere, correrá y desplegará bravura en Vilafamés. Y, es que, mención aparte merece el cariño que las numerosas peñas taurinas de Levante demuestran año tras año a esta divisa. Si bravos son en la plaza, también lo son en las calles.
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Mugen, entrelazan sus pitones, y sacuden sus lomos de arena en imágenes salvajes cargadas de respeto y veneración hacia aquellos a los cuales Fernando y Antonio tratan con extremo mimo y cariño.

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El manejo se hace patente, pero no en correderos artificiales, eso no es propio de Cuadri. Todas las jornadas se conduce el ganado apretando la marcha por momentos alrededor del perímetro del cercado. Cada labor realizada en “Comeuñas” es digna de ser presenciada.

José Antonio, el vaquero, nos advierte; pues aquel, aún tapado por sus hermanos, pudiera sorprendernos con alguna arrancada inesperada.

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