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Si alguien quiere aprender de toros, solo tiene que buscar en la mirada y la piel marcada por el frio y el calor de un mayoral de toros bravos. Los mayorales son enciclopedias de toros ubicadas en las dehesas de bravo, entre alcornoques y palmas, al lado de una lumbre en cualquier fría tarde de invierno. Nadie como ellos pueden aportar a cualquier aficionado lo que es el toro en sí, lo que es una vaca brava en un tentadero, sus reacciones y su comportamiento. Y si hay un exponente elevado al infinito de esta profesión de entre todos es sin duda alguna D. José Escobar Huertas, mayoral de Hros. de D. Celestino Cuadri. Con el Don por delante como la gente importante. Podría contar mil anécdotas de José Escobar, sobre todo una de un toro del que yo estaba enamorado en el campo. Era un toro al que solía ir a ver a diario de eral hasta que llegó a toro cuando los animales acudían a beber agua a la pila. Se llamaba "Rociero", herrado con el número 33 del guarismo 3 (año 93). Era un toro impresionante por delante, con cerca de un metro de punta a punta de pitón. Recuerdo que José me decía todas las mañanas en el campo, frente a la pila, que habría que cambiarle el nombre al toro. Se lidió en Mont de Marsant (Francia) y a la vuelta de la corrida le pregunté a José como había salido el toro. No se le vio buena cara, y me dijo que los corrales estaban cubiertos y que no se "oreaba" lo suficiente la humedad que había en el suelo. "Se le cocieron los cascos" - me dijo el bueno de José - y durante la lidia empezó a sangrar por la mano derecha, pero aun así rompió hacia delante. Hubiese sido un gran toro y me acordé de ti cuando murió Marín. O un día de capeas de Trigueros, cuando durante el embarque una vaca no pasaba del corral a la manga. Estaba el bueno de Antoñillo con un saco intentando traérsela y no había manera. Se quitó José el puro de la boca, cogió la vara con el saco, se la arrastró por la tierra y se la llevo donde quiso. Se volvió a colocar el puro en la boca y le dijo a Antoñillo: "Siempre las cosas por abajo". Se nos ha ido un gran hombre del toro. Que yo estoy seguro que nunca se irá del todo, que seguirá pegándose sus "escapaditas" a Comeuñas o a la Cabecilla Pelá porque José Escobar no sabe vivir sin toros. El toro es su vida al igual que Cuadri no será lo mismo sin José Escobar. Ahora José vive su más que merecido descanso laboral en el campo, donde siempre podremos acudir, entre olor a puro, tomillo y romero, para abrir una de esas páginas de esa gran enciclopedia que es un MAYORAL DE TOROS BRAVOS.El Retoñal - http://marin-lastmohican.blogspot.com.es/ - Foto: Juan Pelegrin |
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