JOSÉ ESCOBAR HUERTAS - MAYORAL DE TOROS BRAVOS

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   Si alguien quiere aprender de toros, solo tiene que buscar en la mirada y la piel marcada por el frio y el calor de un mayoral de toros bravos. Los mayorales son enciclopedias de toros ubicadas en las dehesas de bravo, entre alcornoques y palmas, al lado de una lumbre en cualquier fría tarde de invierno. Nadie como ellos pueden aportar a cualquier aficionado lo que es el toro en sí, lo que es una vaca brava en un tentadero, sus reacciones y su comportamiento. Y si hay un exponente elevado al infinito de esta profesión de entre todos es sin duda alguna D. José Escobar Huertas, mayoral de Hros. de D. Celestino Cuadri. Con el Don por delante como la gente importante.

    José se nos jubiló hace poco, pero seguirá siendo mayoral para siempre. Como decía Antonio Abad Cuadri, "a José habría que clonarlo" porque se nos va una parte importante y un pilar básico de la ganadería. Es de esas personas con las que solo hace falta un buen Coiba, una cafetera de café y mucho tiempo libre para sentarte a su lado y no parar de limpiarte la baba. Sementales, toros lidiado en tal y cual sitio, vacas de muchísima nota que ligaron con tal y con cual no. Toreros que supieron un día sí y otro no, anécdotas... sabiduría.

    José prácticamente nació en la casa Cuadri, ya que su padre trabajó allí al cuidado del ganado durante 55 años, cuando todavía no había bravo. Se quedó como mayoral en el año 1977 cuando falleció el anterior mayoral. Según el propio José, del que aprendió de verdad fue del fundador de la ganadería, D. Celestino, y del que dice que aprendió a conocer los primeros cruces, a llevar la ganadería en la cabeza y no en la libreta. Es impresionante ver como José conoce a todo animal de la ganadería solo con verlo de lejos, conoce las reatas a la perfección y en cualquier momento le preguntas por tal o cual vaca o toro y te describe la familia entera del animal. O verlo encender un puro en mitad de un cercado y andar por entre las vacas y becerros tan solo con su vara y hacer que todas vayan tras de él cual "perritos falderos". Muchas veces me ha pasado de tener una foto de un toro, bien en la plaza o en el campo, del lado contrario al número y no saber su nombre. Es enseñarle la foto a José y te dice el nombre del toro, su familia, día de lidia, quien lo lidió, las veces que fue al caballo y si fue bueno o malo en general,... sin libreta, sin ordenador. 

    José siempre dice que lo principal de un buen mayoral es MUCHA AFICIÓN. No es fácil estar toda una vida dedicada al toro, sin domingos, sin días de fiesta, con mucha agua, con calor, con hora de entrada cada día a la faena pero sin hora de vuelta. Tienes que tener una gran familia detrás para poder llevar esto.

    Con esa afición es curioso preguntarle por las vacas encerradas en los días de tentadero antes de comenzar. Te suele decir en las que tiene confianza, porque su madre fue buena y su padre da más "encastadito" o menos, las que no van a pasar la prueba, y que casi siempre suele calcarlo.

    Podría contar mil anécdotas de José Escobar, sobre todo una de un toro del que yo estaba enamorado en el campo. Era un toro al que solía ir a ver a diario de eral hasta que llegó a toro cuando los animales acudían a beber agua a la pila. Se llamaba "Rociero", herrado con el número 33 del guarismo 3 (año 93). Era un toro impresionante por delante, con cerca de un metro de punta a punta de pitón. Recuerdo que José me decía todas las mañanas en el campo, frente a la pila, que habría que cambiarle el nombre al toro. Se lidió en Mont de Marsant (Francia) y a la vuelta de la corrida le pregunté a José como había salido el toro. No se le vio buena cara, y me dijo que los corrales estaban cubiertos y que no se "oreaba" lo suficiente la humedad que había en el suelo. "Se le cocieron los cascos" - me dijo el bueno de José - y durante la lidia empezó a sangrar por la mano derecha, pero aun así rompió hacia delante. Hubiese sido un gran toro y me acordé de ti cuando murió Marín. O un día de capeas de Trigueros, cuando durante el embarque una vaca no pasaba del corral a la manga. Estaba el bueno de Antoñillo con un saco intentando traérsela y no había manera. Se quitó José el puro de la boca, cogió la vara con el saco, se la arrastró por la tierra y se la llevo donde quiso. Se volvió a colocar el puro en la boca y le dijo a Antoñillo: "Siempre las cosas por abajo".

    Se nos ha ido un gran hombre del toro. Que yo estoy seguro que nunca se irá del todo, que seguirá pegándose sus "escapaditas" a Comeuñas o a la Cabecilla Pelá porque José Escobar no sabe vivir sin toros. El toro es su vida al igual que Cuadri no será lo mismo sin José Escobar. Ahora José vive su más que merecido descanso laboral en el campo, donde siempre podremos acudir, entre olor a puro, tomillo y romero, para abrir una de esas páginas de esa gran enciclopedia que es un MAYORAL DE TOROS BRAVOS.

    El Retoñal  -  http://marin-lastmohican.blogspot.com.es/  -  Foto: Juan Pelegrin
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