FERNANDO CUADRI  - EL GANADERO QUE NO 'ENFUNDA'
 
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Fotografía de Iván Bouza

    No es una película de vaqueros, aunque lo parezca. El enfundado de pitones de los toros de lidia es una técnica muy extendida en la cabaña brava y consiste en colocar unos artilugios protectores en las defensas, presuntamente para evitar lesiones en las astas y bajas entre los animales. Esta práctica ha enfrentado a los ganaderos, que la utilizan con el argumento de la rentabilidad económica, y a los aficionados, que la consideran fraudulenta por la manipulación artificial de los animales durante su crianza, y que afectaría posteriormente el comportamiento en la lidia. En medio, se sitúan el desconocimiento de esta materia por el gran público de las corridas, el vacío de la normativa taurina al respecto y la falta de estudios técnicos, amplios e independientes que pudieran aprobar, o no, su uso. Fernando Cuadri es uno de los escasos ganaderos que no enfunda. Sus razones son firmes: no le conviene; no lo necesita; no lo aprueba -ni ética y estéticamente-; y no lo hace porque “afecta a la libertad del toro”. “Es una cuestión de respeto”, concluye Cuadri, uno de los últimos vaqueros románticos en la crianza del toro bravo.

    Fernando Cuadri no para de recibir homenajes. Por ejemplo, cuatro en este mes de mayo, y que van desde los premios al mejor encierro en el pasado ciclo isidril por el Colegio de Veterinarios de Madrid y la Peña taurina el 7; descubrir una placa conmemorativa al toro Podador (lidiado en el coso madrileño el año pasado) en la Venta de El Batán; y participar en las jornadas taurinas de Tudela (Navarra). Entre todos sus quehaceres, además de los múltiples compromisos que le prodigan las asociaciones taurinas y aficionadas, es un hombre afable y generoso, siempre dispuesto a la cordialidad, a hablar pausadamente del oficio, a atender a las muchísimas visitas que esperan a las puertas de la finca Comeuñas, en Trigueros (Huelva). Esta tarde se lidian los cuadris en Madrid, un reto que ha resultado muy complicado por los accidentes que han sufrido los animales apartados, por la responsabilidad para revalidar la presentación y juego de los pasados encierros; y por el compromiso de salvar, desde el punto de vista ganadero, la presente feria de San Isidro.

    ¿Está a favor de las fundas? Estoy en contra de su uso, aunque respeto y entiendo a los ganaderos que las utilizan en fincas con escaso monte, puesto que los toros acostumbran a meter los pitones en el suelo, a causa de los picores, y sufren mucho desgaste en las astas. Esta circunstancia no se da en nuestra ganadería y no tengo necesidad. Luego está el factor importante del manejo. Hay encastes que pueden admitir que sus animales se encierren dos veces. Sin embargo, con nuestro ganado –que no significa que sea ni mejor ni peor- sería muy complicado por su carácter tanto movimiento como supone. Para mí, la única justificación sería la económica, pero no creo que beneficie a la calidad del toro, puesto que cuanto menos lo toques, es siempre mejor.

    Los ganaderos argumentan que las fundas sirven para evitar bajas cuando los animales se pelean. En mi opinión, las fundas no quitarían bajas sino cornás y las peleas serían más largas. Se lo explicaré. En la ganadería hemos tenido dos semanas de guerra y la baja de un toro que iba a la corrida de Madrid. Le pisotearon los compañeros de camada hasta que murió. Los toros pelean para tener un orden jerárquico, que empieza por un contacto físico y hace que entre ellos mismos se vayan temiendo. Mientras no exista una jerarquía clara, no hay tranquilidad y, por tanto, la guerra será más larga y con más bajas. Las fundas quitan libertad y trasforman un poquito, en cierta medida, esta naturaleza propia animal.

    Parece un ganadero romántico. Nadie habla ya de mantener la condición salvaje…  El ganadero tiene que tener a los animales un respeto, en el trato, en el cuidado, en la alimentación…  Como le digo, con la utilización de las fundas se está tocando la libertad y, por tanto, el respeto al animal. Para mí, este aspecto es suficientemente grave. Aparte está la cuestión estética. El hecho de encontrarme en el campo con el toro enfundao es una cosa rara, yme dan ganas de salir corriendo para no verlo.

    ¿Influyen estos artilugios en el comportamiento de la lidia? (Se extiende el ganadero en el ejemplo de los estudios de Paulov  –“un médico que le dieron el Premio Nobel y no sería mu tonto der tó”-  y la reacción de los animales ante un estímulo) Si a los toros les encierras sucesivas veces –para poner y quitar las fundas- supone también que les estás sometiendo a un acoso continuado, al que se debe añadir la salida al ruedo donde también se produce un acometimiento hacia el animal. El toro tiene memoria y es lógico pensar que influya en su comportamiento, que relacione ese acoso, y lo acuse con determinados cabeceos durante la lidia.

    ¿Compensa verdaderamente? No, en nuestro caso. En la ganadería no encerramos ni para vacunar. Lo hacemos subidos a las encinas.
¿Usted considera manipulación la técnica del enfundado? Mi opinión es que se trata de una manipulación, a falta un estudio veterinario serio y técnico y, por supuesto, una normativa igual de clara al respecto.

    ¿Este recurso beneficia o perjudica a la fiesta? Sin una base científica, ni estudio fiable, es difícil responder. Lo peligroso es que se aproveche esta técnica de enfundado para hacer “una limpieza” de los pitones, porque me figuro que cuando se quitan los aparatos puede suceder que en algunos casos la parte externa del pitón esté algo dañada. Entonces ya estaríamos hablando de otra cosa más seria.

    ¿No tiene que ver con la estandarización actual en el comportamiento y el trapío diferenciado en los encastes? Ahora parece que todos los toros deben tener cara y pitones, incluso uniformarlos para que sean astifinos. Cada encaste tiene sus características, como puede ser el caso de mis toros que desarrollan mucho los perfiles de cuajo y badana, mientras que destacan menos en arboladura. Puedo decir que no tengo nada en contra de los pitones mogones.

    Es usted uno de los pocos ganaderos –que se cuentan con los dedos de la mano- que no realiza esta técnica. ¿Se siente en ventaja o desventaja dentro de esta competencia ganadera? No me siento en desventaja. Todo lo contrario. Respeto a quien enfunda porque creo que lo hace por necesidad o por criterio. En la cría del toro bravo hay una cosa clara: es el único animal sin modelo genealógico y cada ganadero se crea el suyo propio. Nadie, por tanto, sabe cuál es más adecuado. Yo hago las cosas como creo que debe entenderse la crianza del toro bravo.

    Dentro de la Unión de Ganaderos de Lidia, asociación a la que usted pertenece, ¿hay algún debate al respecto? No. Aunque se debería plantear. La Unión está afrontando problemas más urgentes. La creación de nuevos estatutos, el libro genealógico y los saneamientos ganaderos, están ocupando su atención. El tema de las fundas no es el prioritario, aunque se trate de una cuestión de rentabilidad económica. Por delante de todo está la crisis económica que afecta mucho al campo ganadero.

    No cree que se debería anunciar en los carteles “ganadería enfundada”. (Ríe abiertamente) Sería un dato más.

    ¿Cuantas corridas tiene preparadas este año? Cinco. Tenga en cuenta que debemos guardarnos en salud debido a las bajas y a los accidentes. Necesitamos doce animales para un encierro en Madrid y otros tantos para Sevilla. Y si tengo una corrida para una plaza de primera categoría prefiero lidiarlos en España, porque en Francia me resulta muy difícil.

    Quería preguntarle sobre el auge del espectáculo taurino en Francia, y especialmente la apuesta que desde allí se está haciendo con los encierros ‘toristas’. Los saneamientos los realizamos en la ganadería durante los meses de verano, que es cuando se celebran la mayor parte de festejos en el sur de Francia. Y, si tienes algún positivo en el control, ya no se puede lidiar allí durante un tiempo, mientras que en territorio español no hay impedimento. Este aspecto nos frena mucho para ir al país galo. Quiero apuntar, no obstante, que la afición francesa es un modelo, y eso que no tienen reglamentos, ni los necesitan, porque son los mismos aficionados quienes dictan sus propias normativas. Cuando lidias en Francia, da gusto. Son exquisitos hasta en la manera de tratar a los animales.

    He reparado que usted habla en primera persona del plural. ¿Por qué? Porque tendré que jubilarme en breve y la camada de la tercera generación está en marcha. Como los asuntos de las ganaderías son lentos, mi hijo y mi sobrino ya están llevando la selección y dentro de poco tomarán el relevo. Mientras que yo voy aconsejando y apoyando en esta transición.

    Por: Paz Domingo | 01 de junio de 2012

Fotografía de García Cordero
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